La realidad nos atropella día tras día. Cuando hace tan solo unos meses el coche de Google nos sorprendió circulando sin conductor por las carreteras estadounidenses nos parecía entonces una cosa de yanquis. Algo que, además de ser un experimento con coche que estaba lejos de la realidad, pasarían décadas hasta que llegara a nuestro país, donde aparentemente la legislación en seguridad vial parece más conservadora y proteccionista que en otras partes del planeta.
Pero los tiempos cambian y las legislaciones también. Sin
entrar a valorar si es o no una medida acertada, lo cierto es que la Dirección
General de Tráfico, DGT, aprobó el pasado 16 de noviembre una regulación que
permite las pruebas de coches de conducción autónomas en vías públicas de
circulación que no precisen de una atención constante del conductor, es decir,
autopistas y autovías.
De esta forma, lo que parecía que se podía dilatar durante
años hasta que la administración se pronunciara, lo hizo en un tiempo record
para permitir a una marca, Citroen en este caso, las pruebas en un entorno
real, con lo que poder probar una tecnología que podría evitar cerca del 90 por
ciento de los accidentes mortales, pues según la Organización Mundial de la
Salud, OMS, nueve de cada diez accidentes mortales son causados por fallos del
conductor y no por causas meramente mecánicas.
Así las cosas, el viaje de 599 kilómetros que recorrerá el
Citroen Grand Picasso preparado para la ocasión estará revisado por una
cantidad ingente de ordenadores, pantallas y sensores que permitirán a este
vehículo trasladarse de la factoría de PSA Peugeot Citroën en Vigo hasta su
sede en Madrid.
No obstante, no se trata de un viaje que cubrirá de forma
autónoma en su totalidad, pues en el Nivel 2 de conducción autónoma, estado en
el que se encuentra este proyecto, la conducción realizada por ordenador se
realizará únicamente en autopista, que a pesar de ser el espacio de mayor
longitud del viaje, es también el que menos riesgos entraña. Hasta alcanzar la
autopista, el coche será dirigido por un conductor que solo entonces elegirá
cuándo debe comenzar a trabajar el ordenador preparado para su labor.
Entre las particularidades del modo de conducción, es
importante recalcar que no todas las decisiones pasan por el vehículo. El
actual diseño está preparado para disminuir la velocidad del automóvil si se
encuentra a otro vehículo en el mismo carril con el que guardar la debida
distancia de seguridad. En ese momento es el conductor el que decide si es o no
conveniente adelantar, para lo que activará el intermitente izquierdo si fuera
el caso y solo entonces, si el ordenador del vehículo coincide en la seguridad
de la maniobra, realizará el adelantamiento sin exceder la velocidad máxima de
la vía.
Obviamente, queda
mucho camino por recorrer para una conducción plenamente autónoma, aunque éste
es un primer paso para conseguirlo, tanto desde el punto de técnico probando un
concepto que es seguro, como desde el punto de vista legislativo, que avanza
hacia una forma de conducción asistida que podría estar implementada a finales
de la década tal como ya lo está el regulador y limitador de velocidad.