No podemos decir que la siniestralidad del coche de Google
en estos seis años en los que el vehículo lleva circulando por las carreteras
norteamericanas sea excesivamente alarmante o peligrosa, aunque obviamente lo
mínimo que se le puede exigir a un vehículo de estas características es la
seguridad de que no vamos a tener ningún accidente cuando circulemos en él.
Y es que, por supuesto, la comodidad de no tener que estar
pendiente de la circulación durante nuestros desplazamientos, es una de las
principales razones por las que este coche podría tener una muy buena acogida
entre el público, pero es la seguridad en la carretera la principal causa del
futuro más que probable triunfo de estos automóviles, que mediante la
eficiencia de una tecnología llena de sensores podría ser más efectivo que un
experimentado conductor a la hora de evitar accidentes.
Es por ello por lo que el post publicado, Chris Urmson,
director del programa de conducción autónoma de Google, en el que hablaba sobre
la siniestralidad de esta máquina ha tenido tanta repercusión en el mundo automovilístico,
pues aunque señaló que "El coche ha recibido choques traseros siete veces,
sobre todo en los semáforos, pero también en la autopista", las
aspiraciones del gigante de internet y las expectativas del público podrían
llegar a buscar la reducción al 100% los accidentes de tráfico.
En este sentido, la culpabilidad de los pequeños siniestros
no ha quedado explicitada en todos los casos, pero a la vista las pocas
explicaciones del director del programa, "ha recibido golpes en los
laterales un par de veces y otro de un coche que se saltó una señal de
stop", parece que al menos 6 o 7 de los accidentes fueron consecuencia de
errores de conducción de otros usuarios de la vía.
Lo que si es cierto es que durante los últimos seis años de
prueba, los más de 20 coches de Google no han tenido ningún accidente en los
que haya habido algún herido, algo que desde luego hay que tener en cuenta
incluso aunque no hayan podido evitar todos los incidentes.
Y es que según las explicaciones, aunque los sensores
detectan más rápido que un humano las circunstancias de la carretera, y pueden
actuar con más velocidad, en ocasiones "no es posible reaccionar por la
velocidad y la distancia, y otras, el vehículo recibe un golpe mientras espera
a que cambie el semáforo".
En cualquier caso, estos vehículos que ya han recorrido 2,7
millones de kilómetros, suponen un reto para el mundo de la automoción, que
podría cambiar radicalmente si se cumplen las previsiones de algunas
organizaciones de consumidores estadounidenses como Consumer Wathchdog, que aseguran
que "Google planea vender sus coches robot sin volante, pedal de freno o de
acelerador, de modo que no habrá manera de que una persona tome el control en
caso de emergencia".
Esto podría revolucionar, no solo la forma en la que se
fabricarían los automóviles, sino también otros sectores cercanos como el de
los seguros de coche, que modificaría sustancialmente su forma de trabajar al
cambiar drásticamente la siniestralidad, o la señalización de las carreteras,
que tendrían que adaptarse a los nuevos automóviles.