
¿Son los coches más pesados más seguros o, por el contrario, pueden suponer un peligro para la seguridad viaria? Lo aclaramos aquí.
La evolución del sector automovilístico ha hecho que los coches no solo sean más grandes, sino que también son más pesados.
Aunque a simple vista esto podría sugerir una mayor seguridad para los ocupantes, la realidad no es esa.
De hecho, esta transformación en el diseño de los vehículos representa un riesgo creciente para la seguridad vial.
Un estudio reciente del Insurance Institute for Highway Safety (IIHS) pone el foco precisamente en este fenómeno.
Para su análisis, utilizaron datos del Fatality Analysis Reporting System (FARS), evaluando accidentes mortales en los que al menos un coche tenía entre uno y cuatro años de antigüedad. La investigación compara dos periodos: de 2011 a 2016 y de 2017 a 2022.
Según los datos del estudio, durante el segundo periodo analizado se observó una reducción en el número de víctimas mortales.
Esta mejora se atribuye a los avances tecnológicos y de diseño en los automóviles modernos.
No obstante, existe un elemento que no ha seguido esta evolución positiva: el peso medio de los vehículos implicados en accidentes, que se mantiene alrededor de los 1.800 kilos.
Este dato es particularmente significativo si se tiene en cuenta que el estudio se ha realizado en Estados Unidos, donde predominan los SUV grandes y las camionetas pick-up de gran tamaño.
Sin embargo, el auge de los todoterrenos y de los coches eléctricos en Europa hace que las conclusiones sean extrapolables también al mercado europeo.
Circular con un vehículo cuyo peso se sitúe alrededor de los 1.800 kilos puede ser más seguro. Según los cálculos del IIHS, este peso puede llegar a reducir hasta 17 muertes al año en accidentes de tráfico.
No obstante, superar este umbral no genera beneficios proporcionales. De hecho, por cada 226 kilos adicionales, apenas se evita una muerte por cada millón de accidentes, lo cual resulta irrelevante desde el punto de vista estadístico.
Por el contrario, el exceso de peso conlleva consecuencias negativas, ya que aumenta el riesgo de colisiones para otros conductores que circulan en vehículos más ligeros.
Sam Monfort, estadístico senior del IIHS y autor principal del estudio, lo expresa de forma clara: "No hay nada mágico en los 1.800 kilos excepto que es el peso promedio. Los vehículos que son más pesados que la media tienen más probabilidades de chocar contra vehículos más livianos que ellos, mientras que lo contrario ocurre con los vehículos que son más livianos que el promedio. Lo que muestra este análisis es que elegir un vehículo más pesado no te hace más seguro, pero sí te convierte en un peligro mayor para otras personas".
Esta afirmación pone en evidencia un problema estructural en el diseño actual de muchos vehículos.
Aunque tú puedas sentirte más protegido dentro de un coche de grandes dimensiones, estás aumentando el peligro para quienes comparten la carretera contigo.
El estudio del IIHS abre la puerta a un debate sobre el rumbo que está tomando la industria del automóvil.
La creciente popularidad de los SUV grandes y de los coches eléctricos —que suelen ser más pesados debido a sus baterías— puede estar socavando los esfuerzos por mejorar la seguridad vial en su conjunto.
Conviene recordar que la seguridad no debe medirse únicamente por la protección que ofrece un vehículo a sus ocupantes, sino también por su impacto sobre los demás usuarios de la vía.
Promover vehículos más ligeros, sin comprometer la seguridad activa y pasiva, debería ser uno de los objetivos prioritarios tanto para los fabricantes como para los reguladores.
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