¿Por qué está aumentando el número de coches que van al desguace antes de tiempo? Vamos a contestar a esta pregunta en este post.
Un reciente estudio revela un dato preocupante: El 27 por ciento de los vehículos involucrados en accidentes acaban siendo considerados siniestros totales y enviados al desguace.
Esto representa un aumento superior al 40 por ciento en comparación con las cifras de hace cinco años.
Pero, ¿a qué se debe esta tendencia al alza? Los expertos apuntan a dos factores clave:
El encarecimiento de las reparaciones.
La creciente sofisticación tecnológica de los coches actuales.
La industria del automóvil ha avanzado en materia de seguridad.
Cada nuevo modelo incorpora innovaciones que protegen mejor a los ocupantes y reducen el riesgo de accidentes graves.
Sin embargo, esta misma tecnología está haciendo que reparar un coche sea más costoso y complicado, hasta el punto de que, en muchos casos, es más rentable darlo de baja definitiva que intentar arreglarlo.
Según un informe de Axios basado en datos de LexisNexis Risk Solutions, la tasa de vehículos que se consideran pérdida total tras un accidente ha pasado del 19 en 2018 al actual 27 por ciento. Y todo indica que esta tendencia continuará en los próximos años.
Uno de los factores que ha acelerado este fenómeno es el incremento en el precio de las piezas de repuesto.
La pandemia provocó problemas en la cadena de suministro, lo que encareció las reparaciones y aumentó los tiempos de espera para obtener componentes.
Además, el precio de los coches de sustitución también se disparó, lo que ha llevado a las aseguradoras a tomar decisiones más estrictas sobre qué vehículos merecen ser reparados y cuáles no.
Axios describe acertadamente la situación actual: "Chocar con un coche hoy en día es como golpear un ordenador".
Y es que los vehículos modernos incorporan un sinfín de sensores, radares y sistemas electrónicos que elevan el coste de cualquier reparación.
Un ejemplo claro es el paragolpes. Antes, un pequeño golpe en esta parte del coche solo requería reemplazar una pieza de plástico.
Hoy en día, ese mismo paragolpes puede contener sensores de radar, cámaras y otros componentes electrónicos esenciales para los sistemas de asistencia al conductor. Repararlo o recalibrarlo tras un accidente puede suponer un desembolso importante.
Pero el problema no acaba ahí. Incluso cuando los daños son mínimos, la normativa obliga a las aseguradoras a garantizar que todos los sistemas electrónicos del vehículo funcionen a la perfección.
Esto significa que, aunque un componente no se haya roto, si ha sido desplazado o su funcionalidad está en duda, deberá ser recalibrado o reemplazado, lo que dispara los costes.
El encarecimiento de las reparaciones y la mayor tasa de siniestros totales tienen un impacto directo en el bolsillo de los conductores.
Según Axios, las tarifas de seguros a todo riesgo han aumentado un 15 por ciento en 2024, y se espera que suban otro 5 porciento a lo largo del año.
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La conclusión es clara: los coches actuales son más avanzados y seguros, pero esta seguridad tiene un precio.