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¿En qué situación se encuentra la llamada movilidad alternativa? ¿Se está imponiendo? ¿Lo hace al mismo ritmo en las ciudades que en las zonas rurales?
La revolución prometida por los nuevos modos de transporte —como el carsharing, los patinetes eléctricos o las bicicletas compartidas— todavía no ha llegado a consolidarse como una opción mayoritaria.
Esta es una de las principales conclusiones del "Informe de Movilidad 2025", elaborado por BeConfluence en colaboración con la consultora Impulso, que ha analizado el comportamiento digital de casi 18 millones de personas durante un periodo de dos años.
Los nuevos modos de transporte siguen siendo percibidos más como un complemento que como una alternativa real al coche privado o al transporte público.
Este informe indica que el 48,7 por ciento de las personas utiliza el transporte público para sus desplazamientos diarios, mientras que un 39,5 por ciento sigue fiel al vehículo propio.
La movilidad alternativa, por su parte, apenas alcanza un uso ocasional por parte del 28,7 por ciento.
Sin embargo, el interés es evidente: un 15,9 por ciento de los usuarios ha buscado información sobre servicios de carsharing, y un 19,2 por ciento lo ha hecho sobre bicicletas o patinetes eléctricos.
Si en las ciudades el futuro parece estar a medio camino entre lo tradicional y lo innovador, en la España rural la situación es mucho más preocupante.
En estas zonas, la falta de infraestructuras y la escasa disponibilidad de transporte público están convirtiéndose en un verdadero obstáculo para el desarrollo económico y social.
El estudio analiza las respuestas de más de cinco millones de personas del entorno rural, y los resultados son contundentes: el 47,6 por ciento asegura que la ausencia de medios de transporte dificulta gravemente su acceso al empleo.
Asimismo, el 46,8 por ciento denuncia la baja frecuencia de trenes y autobuses, mientras que muchos otros lamentan la falta de opciones como el carsharing o el transporte digitalizado.
Esta carencia no solo incrementa la dependencia del vehículo privado, sino que refuerza la sensación de aislamiento y abandono.
Pese a los avances tecnológicos, las principales preocupaciones ciudadanas siguen ancladas en problemáticas clásicas, a saber
El tráfico, mencionado por un 38,2 por ciento de los encuestados
La calidad del transporte público, que preocupa al 34,7 por ciento
El coste tanto del transporte público como del combustible, señalado por el 27,6 por ciento
Tampoco ayuda el hecho de que casi la mitad de los usuarios del transporte público —un 44,9 por ciento— se declare insatisfecho con el servicio que recibe.
Y si a esto se le suman las medidas restrictivas en las grandes urbes, como las zonas de bajas emisiones o los peajes urbanos, el malestar crece: un 40,2 por ciento ha expresado su rechazo, motivado por la falta de alternativas, el aumento del coste de vida y la sensación de desigualdad generada por los precios elevados de la movilidad eléctrica.
A pesar del escepticismo general, el interés por los vehículos eléctricos e híbridos sigue aumentando.
En 2023, un 28,5 por ciento de los usuarios se mostraba interesado en los híbridos; para 2025, esta cifra ha crecido hasta el 41,8 por ciento.
En el caso de los eléctricos, el salto ha sido del 14,2 por ciento al 30,9 por ciento. ¿El principal motivo? El ahorro en combustible a largo plazo.
No obstante, hay barreras que impiden que se adopte de manera algo más masiva:
El elevado precio
La escasez de puntos de carga
Dudas sobre la autonomía del vehículo.
Aun así, los datos revelan un creciente interés por los modelos de origen chino, que se perciben como una alternativa más asequible sin renunciar a la calidad.
Dos millones de personas ya consideran que los coches eléctricos fabricados en China ofrecen una mejor relación calidad-precio.
Por último, el estudio confirma lo que muchos ya intuían: los jóvenes son los grandes protagonistas de esta transformación.
De los 18 millones de personas analizadas, tres cuartas partes tienen entre 18 y 43 años. Este grupo, más familiarizado con las herramientas digitales y menos vinculado al coche en propiedad, está moldeando el futuro de la movilidad en España.