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¿Cuántos vehículos con motorizaciones diésel existen todavía en España a pesar de la electrificación? ¿Desaparecerá el diésel en breve?
¿Qué te parece si lees este post y descubres las respuestas a estas dos preguntas?
A día de hoy, los vehículos diésel continúan desempeñando un papel protagonista en el parque automovilístico de España.
De acuerdo con los últimos datos facilitados por Anfac, en España circulan aproximadamente 26,5 millones de turismos.
De ellos, cerca de 13,9 millones funcionan con motor diésel, lo que representa un 52,4% del total.
En otras palabras, más de la mitad de los turismos que ves a diario en las carreteras españolas utilizan este tipo de combustible.
La situación es aún más significativa si centramos la atención en los coches con más de una década de antigüedad.
En ese caso, seis de cada diez vehículos utilizan gasóleo, lo que indica que el parque está altamente "dieselizado".
Este fenómeno se acentúa cuando incorporamos en el análisis los vehículos comerciales ligeros.
Muchos de estos automóviles —de hecho, la mayoría— acuden a talleres convencionales de turismos para sus mantenimientos y reparaciones.
En total, España cuenta con unos 4,15 millones de comerciales ligeros, de los cuales un 93,6% —es decir, casi 3,9 millones de unidades— funcionan con diésel.
Sumando estas cifras al total del parque de vehículos ligeros, nos encontramos con que hay cerca de 17,8 millones de unidades diésel sobre un total de 30,6 millones.
Esto equivale al 58% del parque automovilístico ligero del país, o, lo que es lo mismo, casi seis de cada diez vehículos.
Y si salimos del ámbito de los vehículos ligeros y consideramos los camiones, el dominio del diésel es prácticamente absoluto, con una cuota del 98,6%.
Ahora bien, ¿está descendiendo la presencia del diésel? Sin lugar a dudas.
La tendencia apunta hacia un escenario con mayor diversidad energética, con un crecimiento paulatino de las alternativas electrificadas.
Sin embargo, eso no puede ocultar una realidad indiscutible: el diésel sigue siendo la tecnología predominante y lo será aún durante muchos años.
En paralelo, los motores de gasolina también conservan una presencia relevante en el parque móvil español.
En concreto, representan el 39,2%, con cerca de 10,4 millones de turismos.
Conviene, no obstante, matizar esta cifra.
Muchos de los vehículos propulsados por gas (unos 152.000, equivalente al 0,6% del total), híbridos convencionales (1,6 millones, el 6%) y los híbridos enchufables (260.000, el 1%) cuentan con mecánicas de gasolina combinadas con otras fuentes de energía.
Aunque existen modelos híbridos con base diésel, su presencia es prácticamente marginal.
Estos vehículos, pese a incorporar tecnologías más modernas, no prescinden de los componentes tradicionales de un motor de combustión.
Continúan requiriendo aceites, filtros, bujías, correas de distribución, entre otros elementos, lo que garantiza la continuidad de muchos servicios de mantenimiento.
Si agrupamos todas estas variantes, el número de vehículos que emplean componentes propios de motores de gasolina se eleva a 12,4 millones, lo que representa el 46,8% del parque.
Con estos datos sobre la mesa, la conclusión es clara: los vehículos con motores diésel y de gasolina continúan siendo mayoritarios en España.
En conjunto, el 99,2% del parque automovilístico cuenta, en mayor o menor medida, con elementos característicos de estos combustibles.
De hecho, el 91,6% de los vehículos funcionan exclusivamente con tecnologías de gasolina o diésel.
A esta cifra se suma un 7,6% que combina estos sistemas con otras fuentes de energía, como el gas o la electricidad en diferentes formatos: desde los microhíbridos hasta los híbridos enchufables.
Este análisis no pretende menospreciar la evolución del coche eléctrico. Su crecimiento es real y se prevé que, con el paso del tiempo, logre una cuota relevante tanto en nuevas matriculaciones como en el parque global.
Sin embargo, la fotografía actual es muy distinta a la que muchas veces presentan los grandes titulares.
La transformación del sector será paulatina. Y, mientras llega ese futuro más electrificado, la posventa tradicional seguirá teniendo una relevancia clave. No solo a corto plazo, sino también a medio e incluso largo plazo.
Por eso, es fundamental no perder de vista la realidad actual: aunque el cambio está en marcha, el presente aún está marcado por el diésel y la gasolina.